La Inteligencia Artificial (IA), se ha definido como
la habilidad que tienen los computadores de hacer
tareas que hasta ahora hacen mejor los humanos. La
IA, tiene por objetivo hacer que los computadores
no sólo puedan procesar información, almacenarla
y realizar acciones repetitivas, sino que sean capaces
de entender la información, simular las
competencias de un experto humano a partir de
datos a priori cumpliendo tareas inteligentes,
dejadas sólo para los humanos.
A través de los tiempos, la IA se ha desarrollado con
gran empuje, llegando a estar presente en diversos
ámbitos de la sociedad. Por tal motivo, se generan
preguntas relacionadas con los impactos del uso de
la IA, los cuales tienen, entre otras, una connotación
ética.
En tal sentido, es importante considerar que en un
futuro muy cercano la incorporación de la ética en
los sistemas inteligentes como: Sistemas expertos,
redes neuronales, sistemas evolutivos, etc., será una
tendencia activa en el ambiente industrial de países
con alto desarrollo tecnológico y con una gran
inversión en investigación y desarrollo. Sin
embargo, dicha incorporación puede traer altos
sobrecostos en el diseño y construcción de estos
sistemas, surgiendo así nuevas inquietudes.
A partir de una discusión sobre dichas inquietudes,
la presente ponencia plantea que la ética es una
necesidad y una urgencia para la IA en los años
actuales y venideros.
El origen de la palabra ética son las expresiones
griegas “ethikós” y “éthos” que significan carácter.
De hecho, la ética refleja el carácter de los
individuos y las sociedades a través de sus
decisiones y comportamientos. En general, la ética
puede entenderse como un cuerpo de conceptos
filosóficos, un grupo de principios que involucran
los comportamientos humanos, el mundo espiritual
y la vida diaria. Adicionalmente, la ética estudia
cómo nuestras decisiones afectan a otras personas;
los derechos, obligaciones y normas morales que los
individuos aplican en su toma de decisiones y; la
naturaleza de las relaciones humanas. El objetivo de
la ética es el mejoramiento de la vida humana, pero
este objetivo debe tener en cuenta que las personas
viven en sociedad. Por lo tanto, la ética incluye el
respeto por los demás y el cuidado del medio
ambiente [2].
La ética es una ciencia filosófica que se encarga de
reflexionar sobre los comportamientos morales del
ser humano con el objetivo de realizar valoraciones
genéricas que puedan ser universalizables. En este
sentido, la ética, como reflexión filosófica, no se
puede confundir con la moral aunque está
directamente relacionada con ella, pues se encarga
de estudiarla con la ayuda de un método científico,
es decir, la moral es el objeto de estudio de la ética.
Como ciencia, los orígenes de la ética se remontan a
la Grecia Clásica, siendo Sócrates, Platón y
Aristóteles algunos de los representantes más
conocidos [3].
Aquí, es importante tener en cuenta que la ética no
se encarga de establecer lo que es bueno o malo,
correcto o incorrecto, sino de reflexionar sobre las
diferentes morales y de analizar por qué para éstas
determinados comportamientos son catalogados
como adecuados y otros como inadecuados. En este
orden de ideas, la ética no dice cómo actuar sino que
busca los criterios que justifican actuar de un modo
o de otro
Una característica propia de la ética es su tendencia
a la generalización o universalización de sus
principios, basada en que a pesar de la diversidad de
morales existentes a través de la historia y de las
culturas humanas, existe homogeneidad en cuanto
todos los seres humanos tenemos una competencia
moral que nos permite hacer juicios de valor entre lo
que consideramos bueno o malo.
En su carácter científico, la ética busca responder a
preguntas relacionadas con el qué, el cómo, el por
qué y el para qué de las realidades morales. Es decir,
la ética parte de una descripción de la realidad moral
(el qué), pero no se queda ahí, sino que continúa su
búsqueda científica de respuestas, no sólo hacia el
deber ser (ética normativa), sino también hacia la
interpretación del cómo y por qué de las diferentes
(e incluso opuestas) realidades morales, para llegar a
un para qué (teleología) y a una generalización de
los conceptos correspondientes.
La ética tiene una connotación histórica, pues
reconoce la diversidad de morales en el tiempo, con
sus correspondientes valores, principios y normas.
Dichas morales son el objeto de estudio de la ética,
pues ésta las estudia, las entiende, las explica y las
trasciende por medio de conceptos, hipótesis y
teorías, sin identificarse con una o un grupo de
morales en particular. Para ello, la ética sostiene una
relación dinámica y recíproca en donde nutre y se nutre de otras ciencias humanas como la psicología,
la sociología, la antropología, la historia, la política
y la economía
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